Una visión sistémica y saludable de las emociones
Seguro que muchas de nosotras tenemos la idea de que hay emociones buenas y malas. Vamos a tratar de desmontar esta visión juntas.
¿Y si las emociones que sentimos nos aportan algo, e incluso podrían ayudarnos a abordar cuestiones vitales? Esto puede sorprender al principio, pero verás que todo tiene un sentido si cambiamos nuestra mirada.
Para vivir una vida plena y auténtica, en muchas ocasiones es fundamental aprender y comprender las emociones desde una visión inclusiva y respetuosa hacía una misma, con otras personas y en nuestros colectivos.
Desde el rol de Wikizain de Wikitoki, tenemos el propósito de abordar los aspectos emocionales de forma más consciente y saludable, para facilitar la vida, mejorar la colaboración y generar una transformación social desde cada una de nosotras y en relación a la comunidad que habitamos.
Nos gustaría profundizar en la comprensión de las emociones, ofreciendo herramientas prácticas para gestionarlas de manera saludable y constructiva. Por eso, la principal contribución es abordarlas desde un enfoque holístico y compasivo.
La inteligencia emocional implica la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como la capacidad de relacionarnos empáticamente con las emociones de las demás personas. Cada persona hacemos lo mejor que podemos en cada momento con lo que hemos vivido, con cómo estamos y con lo que sabemos.
1. Reconocer la naturaleza de las emociones
¿Por qué existen las emociones? Las emociones surgen en respuesta a nuestras experiencias y percepciones del mundo que nos rodea. Una de las claves es reconocer que todas las emociones son válidas y tienen un propósito en nuestras vidas, incluso aquellas que percibimos como negativas o desagradables.
Las emociones son una respuesta adaptativa para abordar la diferencia entre lo que nos sucede y lo que estamos preparadas para acoger y gestionar. En la medida que estamos menos sintonizadas con lo que nos llega, experimentamos emociones más desagradables que nos moverán a cambiar y atravesar para llegar a otro punto o estado de desarrollo.
La propia palabra emoción, que proviene del latín «emovere», significa literalmente «mover hacia fuera» o «hacer moverse». En su origen, el término hacía referencia a un movimiento o agitación, especialmente del cuerpo o del espíritu.
2. Observar y tomar conciencia de cómo nos sentimos
Observar implica estar presente y receptivo a nuestras emociones en todo momento. Existen prácticas y ejercicios para cultivar esta conciencia emocional, como la meditación, la atención plena y el seguimiento de nuestras emociones.
Honrar y expresar las emociones de manera auténtica, supone evitar la supresión o negación de lo que sentimos. La expresión emocional honesta y abierta es esencial para nuestro bienestar emocional y para construir relaciones significativas con los demás.
Tras tomar conciencia de cómo funciona nuestro cuerpo-mente, se trata de empezar a transformar eso que observamos, en nuevas sensaciones, que nos lleven a visualizar nuevas posibilidades para actuar de otra forma.
3. Gestionar nuestras emociones de forma constructiva
Nuestras emociones afectan a nuestras relaciones con los demás y podemos desarrollar la empatía y la compasión para relacionarnos de manera más auténtica y significativa con quienes nos rodean. Escuchar activamente y validar las emociones de otras personas para construir relaciones saludables y profundas.
Existen estrategias prácticas para gestionar nuestras emociones de manera constructiva, incluyendo técnicas de regulación emocional y formas de transformar emociones difíciles en oportunidades de crecimiento personal. Cultivar la resiliencia emocional y la capacidad de adaptarse a los desafíos de la vida.
Podemos aprovechar el poder de las emociones para impulsar el crecimiento personal y la realización. Nuestras emociones pueden ser aliadas valiosas en nuestro viaje hacia una vida más plena y significativa si aprendemos a trabajar con ellas de manera consciente y compasiva.